Un actor se enfrenta al reto de interpretar Ricardo III, el monarca despiadado de la tragedia de William Shakespeare. Lleva toda la vida haciendo papeles secundarios y piensa que merece esta oportunidad.
Sin embargo, considera que el resto del elenco no está a su altura y no le gusta nada de lo que le propone el director. Durante la construcción del personaje, las afinidades entre el actor y el monarca Inglés empiezan a aflorar. Ambos son ambiciosos e inteligentes. Como Ricardo III, Juan no se conforma con poco, tiene ansia de poder y no está dispuesto a perder el tiempo con actores blandos, hipersensibles o mediocres. A medida que se entrelazan sus historias de vida, la relación entre el actor, el personaje y el espectador es cada vez más estrecha.
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