Una cuestión social de primera magnitud: el suicidio en personas con discapacidad

Una cuestión social de primera magnitud: el suicidio en personas con discapacidad
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El suicidio en distintos perfiles de discapacidad ha sido objeto de atención por parte de diferentes investigaciones, observando en general una probabilidad más alta hacia estas conductas. Dichos estudios observan el papel, como factores de riesgo, de distintos aspectos, tanto de tipo biológico-corporal como psicológico, relacionado con la autopercepción, y social.

En el ámbito de la discapacidad física, destaca el papel de factores de riesgo como:

  • La carga autopercibida*
  • Los estadios depresivos
  • El dolor (crónico y agudo)
  • La soledad
  • La discriminación
  • Las mayores dificultades para acceder al mercado laboral
  • La estigmatización o pérdida de sentido de la vida

Son algunas de las variantes que pueden darse en el peso de estas circunstancias.

La percepción como “carga”

El Dr. Blasco se refiere, entre estos factores de riesgo, a la sensación de carga, que se relaciona a su vez con la autoestima. Además, esta percepción de carga puede producirse en diferentes etapas vitales y circunstancias vividas, tal y como ocurre en las personas de la tercera edad con dificultades para la realización de sus actividades diarias, o en personas con discapacidad que presenten algunas limitaciones en sus funciones.

Factores protectores del comportamiento suicida

Los factores protectores se sitúan, asimismo, en el plano individual, relacional-comunitario, en el que se incluyen las redes de apoyo, y social en sentido más amplio.

  1. Factores individuales: competencias emocionales y comunicativas

Entre los factores protectores, Guzmán se refiere en un primer momento a aquellos del ámbito individual, entre los que incluye las creencias, así como competencias de regulación emocional y resiliencia. Destaca cualidades de afrontamiento que permiten “cierta capacidad de reflexión, de sobreponerte a las dificultades, de habilidades, de capacidades para retardar el malestar, de tolerarlo (…)”. También Arroyo señala el papel diferencial que juegan las competencias de la personalidad, entre las que destaca la autocomprensión emocional y las habilidades-orientación comunicativa.

“Luego también las habilidades a nivel de personalidad que tiene la persona, por ejemplo, de comunicación, de saber transmitir lo que estás sintiendo…”

2. La red familiar y de apoyo inmediato

El papel de la familia, como red inmediata de relación social, tanto en el lado de la desestructuración, sobrecarga, y desencadenamiento de rupturas y situaciones de aislamiento y soledad, como factor de protección “primaria”.

Guzmán sitúa en este ámbito los que denomina como factores de protección interpersonales, que se combinan con los individuales, en referencia a:

“(…) contar con un grupo de apoyo, la sensación de pertenencia (…), la intimidad, contar con relaciones íntimas variadas y de cierta solidez, pertenencia a una familia, pertenencia a un grupo, a actividades placenteras, nivel de hobbies, éxito académico, sensación de poder, de tener diversos intereses por la vida y que te vaya bien en ellos” [Entr_Ana_Guzmán_PsiCli]

Requiere tenerse en cuenta a este respecto el contexto: la necesidad de apoyos, acompañamiento…

3. Redes sociales y desestructuración familiar

Cuando se trata de una discapacidad sobrevenida, el ejemplo es la lesión medular, puede dar lugar a una crisis familiar, a un cambio de roles y desestructuración, situaciones que requieren atención. La fragilidad o existencia de conflictos previos se expresará ante la crisis. El soporte en los procesos adaptativos, hacia la persona con discapacidad y su entorno familiar, resulta en consecuencia clave, junto a la disposición de apoyos.

4. Red de apoyos y participación comunitaria

La participación e inclusión comunitaria, en el empleo, en el barrio, las asociaciones y en otros ámbitos, la accesibilidad como precondición para ello, las redes sociales familiares, de amistad, comunitarias, entre otros aspectos, constituyen factores protectores básicos.

 

“Algo de lo que no se habla”

Rosa Bayarri, Presidenta Federación Salud Mental Comunitat Valenciana, hace mención expresa a un aspecto que ha sido la tónica compartida entre los interlocutores y se constata en la propia aproximación del presente estudio: la visión del suicidio como tabú, como “algo de lo que no se habla”. Este tabú tendría como causa nuestra propia cultura, con acervos católicos, a lo que se le une el sentimiento de culpa y de vergüenza que lleva asociadas. Emociones que siente tanto la persona que ha realizado la conducta suicida como su entorno. Además, hablar del suicidio “se produce de una forma estigmatizante”, afectando a las mismas personas ya mencionadas (persona que ha cometido el acto suicida, familia y allegados). De ahí que se plantee la necesidad de hablar de este comportamiento, pero a modo de “apoyo real, terapéutico”, “con una finalidad preventiva”. Y es que hablar del suicidio en este sentido, considera Bayarri, puede evitar futuros comportamientos o conductas similares.

Mujeres y niñas con discapacidad

La discriminación a la que se enfrentan es múltiple/interseccional, por su condición de mujer combinada con su condición de persona con discapacidad. Las mujeres y niñas con discapacidad, además, afrontan desde una mayor vulnerabilidad o intensidad en aspectos como la soledad no deseada, la estigmatización (estereotipos), la falta de apoyos sociales, la menor participación/inclusión comunitaria, unos menores ingresos económicos, las mayores dificultades para acceder al mercado laboral y determinadas violencias (v.gr. violencia de género). Todos ellos son factores de riesgo en relación con el comportamiento suicida.

En clave positiva, las mujeres con discapacidad parecen tener una mayor predisposición a la comunicación y petición de ayuda. Se trata de un factor protector a potenciar en las políticas preventivas. Como otras medidas preventivas a promover, cabe apuntar:

  • Promover la participación en igualdad de oportunidades de las mujeres y niñas con discapacidad, en diferentes espacios de acuerdo a su edad y preferencias.
  •  Impulsar, en relación con lo anterior, el establecimiento de redes de apoyo y vínculos significativos, que favorezcan su participación comunitaria.
  • Promover el acceso a recursos de distinto tipo entre las mujeres con discapacidad, que permitan equiparar sus oportunidades.
  • Desarrollar, dentro de las diferentes acciones del ámbito educativo, el respeto a las mujeres y niñas con discapacidad.
  • Mantener e impulsar políticas preventivas e intervención ante la violencia de género en mujeres y niñas con discapacidad.
  • Tener en cuenta la especificidad, requerimientos y preferencias de las mujeres y niñas con discapacidad en el diseño de las distintas políticas públicas

 

La prevención como eje central

El movimiento asociativo de las personas con discapacidad reivindica desde hace años, al amparo de la legislación internacional y nacional, abordar la cuestión del suicidio de las personas con discapacidad como política de Estado, atendiendo sus distintas vertientes.

Entre estos aspectos, se plantea la necesidad de abordar la prevención del suicidio desde un enfoque de derechos humanos “poniendo en el centro a la persona, escuchándola para que tome sus decisiones y, en este caso, sea agarrarse a la vida con todos los recursos accesibles e inclusivos” (Martín Blanco, J., Representante del CERMI en Derechos humano). Esta accesibilidad de los recursos aplica, entre otros, un teléfono de tres cifras de prevención del suicidio (024). Asimismo, CERMI destaca el papel fundamental que desempeña el sistema educativo, en el impulso de valores como la tolerancia, la cooperación, el respeto, por encima de la competitividad. Con consideración de valor y respeto hacia las diferencias (Sancho, 2019).

 

 

Fuente: El suicidio de las personas con discapacidad en España: Observatorio Estatal de Discapacidad (OED) del Ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030