Azucena no termina de aceptar su temprana enfermedad, pero esto no le impide acudir junto a Patri (un fiel acompañante) a la llamada de su hija Elena, responsable de un trágico acontecimiento, para huir en un viejo auto por las carreteras perdidas del país. Lo que comenzó como una huida desesperada, con las horas se trasforma en un encuentro profundo entre personas que se necesitan, pero no se conocen. Y que los llevará a hacer cosas inesperadas.
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