Esta exposición pretende hacer un recorrido por la historia de la bicicleta, un ingenio que tuvo su origen en el siglo XVIII, con el “celerífero” también llamado caballo de madera. Se trataba de un listón de madera terminado en una cabeza de león, de dragón o de ciervo, montado sobre unas ruedas de madera, en el que se subía una persona impulsándose con los pies. Años después, en 1817, se añadió una dirección a la rueda delantera. Tal mejora técnica hizo que esta precursora de la bicicleta se adoptara rápidamente como una moda entre las clases altas en Europa y Norteamérica.
En el siglo XIX se sucedieron las innovaciones y, a principios del siglo XX, las bicicletas fueron vehículos enormemente populares, capaces de satisfacer las demandas de movilidad de buena parte de la población, especialmente de muchos oficios y actividades económicas que las usaban en sus traslados.
Hoy, la bicicleta vuelve a plantearse como un vehículo alternativo en las ciudades, económico, no contaminante, y que ayuda a sus usuarios a escapar de la vida sedentaria. La Casa de las Ciencias ofrece esta exposición, con casi 40 modelos de bicicletas históricas y clásicas, que nos devuelven a una época en la que la bicicleta no tenía competidor en los vehículos a motor.
La muestra, integrada por piezas de colección, ofrece una serie de bicicletas datadas entre 1790 y 1965, entre las que destacan Velocípedos (1880), Quebrantahuesos (1890), Triciclos (1900) y Tándems (1900-1940). En ellas, se puede apreciar la evolución de este medio de transporte con más de dos siglos. Se muestran también una serie de bicicletas asociadas a oficios y a la vida cotidiana: bicicletas de vendedores, correos, limpiabotas, músico, pintora, fotógrafo, barbero, médico o repartidor de flores; y una selección de bicicletas infantiles de época.