Son fiestas declaradas de interés turístico nacional (1980). Se celebran en Logroño, coincidiendo con la Fiesta de San Mateo y son el resultado del extraño mestizaje entre la época medieval y la cosecha del vino.
Tiene sus orígenes en la celebración que se hacía en honor a la villa de Logroño en el siglo XII. La ciudad en su categoría de villa tenía el privilegio de celebrar aquí una feria anual. De este modo se convirtió en una sede importante de comercio. Dichas ferias fueron adquiriendo mayor relevancia y aumentaron en frecuencia.
Durante la celebración de estas ferias iba ganando importancia el carácter festivo y divertido de ellas. Es así como el vino, fruto de la tierra riojana se introduce en los mercados medievales de la villa logroñesa.